Cuando en 1564 una joven de apenas 18 años decidió separarse de su esposo estando embarazada de quien sería su primer hijo, Venecia no terminaba de entender cómo era posible una situación como esta, sin embargo, Verónica Franco con esta decisión daba inicio al que sería su camino para transformarse en una mujer que inspiró gran respeto y admiración.
Como hija mayor de Francesco María Franco y Paola Francassa, a sus 16 años fue obligada a contraer matrimonio con un médico que además de ser un borracho, le daba muy malos tratos, por lo tanto, se armó de valor y tras reclamar su dote se separó; más tarde al quedarse desamparada fue adiestrada por su propia madre e ingresó en el mundo de la prostitución.
Verónica Franco, reina de las cortesanas
Completamente dueña de su vida, se transformó en una cortesana de gran prestigio, tanto así que elegía a sus amantes en función de la clase social a la que pertenecían y fue esto lo que precisamente le ayudó a tener amistades influyentes y a conseguir sus primeros contactos del mundo literario.
Como mujer fuerte y muy instruida, poco a poco empezó a consagrarse como una espléndida poetiza, destacando obras tales como Terze Rime o Lettere familiari a diversi. Su casa, fue un gran centro cultural al que asistían de manera constante músicos, pintores y demás; finalmente, falleció a la edad de 45 años, más exactamente en 1591 a causa de fiebres, no sin antes dejar muy claro que era la educación la única que podía garantizar la libertad de la mujer