A pesar de no ser una invención del pueblo romano, lo cierto es que esta pena capital se encargó de inscribirlos para siempre en la historia, pues lo cierto es que ejercer este tipo de control sobre aquellos que consideraban criminales hacia parte de un sistema debidamente estructurado. Así pues, la crucifixión romana más allá de pretender matar al condenado, buscaba deshonrarlo y mutilarlo hasta el cansancio pero de manera lenta.
Por supuesto, la imagen de Jesús de Nazaret, es la que aparece de manera inmediata cuando se habla de este cruel castigo que impartían los romanos con tanto ahínco y que creían era la mejor manera de escarmentar a los posibles agitadores y rebeldes.
El imperio romano y la crucifixión
Este método antiguo de ejecución, fue utilizado por los romanos hasta el año 337 y era el preferido para reprender a quienes cometieran delitos contra el estado, al igual que a muchos esclavos y delincuentes, dándose muchas veces de manera masiva, es así como se habla de que en ciertos momentos se llegaron a crucificar hasta 500 personas al día.
El condenado debía ocuparse de cargar el yugo de madera hasta el lugar donde tenían lugar los hechos, se dice que los romanos encontraban este proceso bastante divertido así que en dicho trayecto abundaban los latigazos y las burlas. Algunos eran atados con cuerdas y otros con clavos y en ocasiones los ataques por parte de animales se sumaban a los muchos flagelos que debía padecer aquel que fuese objeto de este castigo.