Entre los dioses olímpicos, ocupa un lugar bastante importante Atenea, diosa de la sabiduría, de la guerra justa y la razón que de igual manera es relacionada con las artes manuales, especialmente con la labor de hilar. Desde su rol como patrona de Atenas fue una gran protectora que estimulaba la reflexión debido a que buscaba incansablemente que los hombres dejaran de lado la barbarie, hecho que la convirtió en consejera de los más grandes héroes.
Sobre la historia de Atenea realmente hay mucho por contar, ya que fue una diosa griega con diferentes facetas. Lo que si podemos decir es que se le mostraba siempre como una joven guerrera que lucia un casco y llevaba consigo un escudo y una lanza; la lechuza se promulga como el animal que la representa.
El origen de Atenea
De acuerdo a la mitología clásica, Atenea es hija de Zeus y Metis pero su nacimiento ocurrió en extrañas circunstancias ya que a causa de una profecía que aseguraba que Metis engendraría hijos mucho más poderosos que su propio padre, Zeus decidió devorarla para evitar que esto pudiera suceder. Con lo que no contaba este dios era que la gestación ya estaba demasiado avanzada así que el bebé continuó creciendo en su cabeza, cierto día y tras un fuerte dolor fue Hefesto quien le abrió el cráneo y fue entonces cuando surgió Atenea ya adulta y armada.
La diosa pasó a ser la líder de Atenas tras permitir que el pueblo eligiera entre ella y Poseidón para establecer una divinidad protectora. Su punto a favor fue el ofrecimiento de enseñarles sobre el cultivo del olivo; la decisión desató la ira de Poseidón así que este causó una inundación con agua salada.
El gran culto a Atenea
En la cultura griega, esta diosa como ya lo mencionamos fue una dedicada protectora pero también una toral promotora del actuar con inteligencia. Estaba a favor de la guerra justa, por lo cual aseguraba que esta debía ser una actividad ordenada que rechazara la barbarie y gracias a que muchos se identificaban con todo esto, muchos templos fueron levantados en su honor pues causaba gran admiración.
Muchas festividades se instituyeron para honrarla y en Troya por ejemplo, era vista como un potente ídolo. Puesto que algunas veces también se comportaba como sanadora, siempre fue muy querida y respetada siendo su influencia muy bien recibida por gran parte de los ciudadanos.