Son muchas las células que hacen parte del sistema inmune y entre ellas podemos encontrar los linfocitos, una variedad de glóbulo blanco producido por la médula ósea que suele presentarse en dos modalidades: las células B y las células T, cada grupo con funciones específicas. Ahora bien, considerando su contundente intervención en los mecanismos de defensa, se hace necesario profundizar respecto a cuál es la función de los linfocitos y esto es precisamente lo que vamos a descubrir a continuación.
Partiendo del hecho de que los linfocitos son células linfáticas, estos suelen almacenarse en masas de tejido, especialmente en forma de ganglios linfáticos que se encuentran por todo el cuerpo con el objetivo de reconocer los posibles invasores y colaborar con su destrucción.
El trabajo de los linfocitos
Al estar encargados de la defensa del organismo contra agentes patógenos y tumorales que buscan incesantemente deteriorar la salud y el bienestar, estas células optan por dividirse en dos grupos para una acción más efectiva.
- Linfocitos B: se encargan de la producción de los anticuerpos apropiados para buscar, reconocer y adherirse a los antígenos. Es importante resaltar que no disponen de la capacidad de penetrar las células.
- Linfocitos T: algunos se refieren a estas como células asesinas ya que están capacitadas para secretar las sustancias con las que pueden destruir las proteínas extrañas. Pueden penetrar y atacar directamente, además logran dividirse de manera rápida para dar lugar a nuevas células que ayudarán a enfrentar el antígeno en cuestión; es de señalar su gran trabajo frente a los ataques de células cancerosas.
Los valores normales de linfocitos
Para que todo lo anterior pueda darse sin problemas, es necesario que los análisis de sangre revelen equilibrio en el recuento de linfocitos, pues debido a muchos factores en ocasiones se pueden presentar casos de linfocitos altos o bajos, cada condición con sus respectivas implicaciones.
Aunque los porcentajes cambian de acuerdo al estado de salud de la persona, se sabe que su concentración debe ubicarse en un rango de 1.400 a 4.000 células por microlitro de sangre, de no ser así podríamos estar hablando entonces de condiciones como la linfocitopenia que indica valores anormalmente bajos de linfocitos o quizás de su contraparte, es decir la linfocitosis que corresponde al aumento anormal de este tipo de glóbulos blancos. Todo esto debe ser revisado por el médico quien con apoyo de la historia clínica podrá determinar los pasos a seguir