Fue en el casto deleite de una santa paz que la Santísima Virgen, a través del canto para antes de dormir a la magnifica, se regocijó en nuestro Señor y dijo: «Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador» (Lucas 1:46-47). Es cierto que su alma estaba en paz, porque estaba en posesión de Jesucristo.
Si decidimos analizar la magnificat, queda en evidencia que puede dividirse en tres partes. Para empezar, María nos habla primero de los favores que Dios le ha mostrado: «Él ha considerado el bajo estado de su sierva; ha hecho grandes cosas por mí». Luego cuenta cómo la gloria del mundo ha sido derribada: «Ha dispersado a los orgullosos, ha derribado a los poderosos, ha despedido a los ricos con las manos vacías.»
Finalmente concluye su cántico sagrado admirando la veracidad de Dios y la fidelidad a sus promesas: «Ha ayudado a su siervo Israel, en memoria de su misericordia, como habló a nuestros padres» (Lucas 1, 48-55).
Claves al analizar la magnificat
Al analizar la magnificat a primera vista, estas tres cosas no parecen tener mucho que ver entre sí. Pero juntas son muy admirables: parece que la intención de la Santísima Virgen era inspirar a los corazones de los fieles el amor a la paz que Dios le había dado.
Para mostrarnos la dulzura de esa paz, primero revela su principio: El respeto de Dios por los justos, su bondad hacia ellos y su providencia que los vigila. «Ha considerado el bajo estado de su sierva» (Lucas 1:48). Esto es lo que da paz a las almas santas. Pero como el brillo de los favores del mundo y las vanas atracciones podrían apartarlas de las cosas piadosas, ella nos muestra el mundo abatido y su gloria destruida, aniquilada.
Finalmente, como este vuelco de la grandeza humana y la completa felicidad de las almas fieles no se nos aparecen en este mundo, ella fortalece nuestros espíritus en la paz de Dios al notar la credibilidad de sus promesas.
“Dinos, oh Virgen divina, dinos qué es lo que hace que tu alma se regocije en Dios”. Es porque me ha mirado; «ha considerado el bajo estado de su sierva». Debemos entender lo que significa la consideración de Dios e imaginar los beneficios que contiene. Notamos en las Escrituras que la consideración de Dios significa su favor y benevolencia, su ayuda y protección.
Conclusión
En conclusión, cuando Dios mira a los justos con su favor, los mira como un buen padre que siempre está dispuesto a escuchar sus peticiones. En este sentido, Dios vela por los hombres y mujeres de buena voluntad para protegerlos de los males que los amenazan.